Diez años atrás, enérgicos afafan saludaron a las palabras del presidente del cuerpo, cuando dijo: “aprobada por unanimidad”. El 18 de junio de 2015 la Municipalidad de Bariloche se reconoció intercultural en el transcurso de una sesión que deliberó en la ruka comunitaria de la comunidad Millalonco Ranquehue. Ni antes ni después, el poder legislativo de la ciudad sesionó en el espacio territorial de una comunidad mapuche. Al cumplirse una década de aquella jornada que quisimos fuera histórica, debemos reconocer que nuestras expectativas fueron desmedidas.
A instancias del Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política (EAM y CP), desde agosto del año anterior se había puesto en marcha un proceso de discusión con la intención de que se hicieran efectivos los derechos que la Carta Orgánica Municipal reconoce al pueblo mapuche. Después de varios trawün de los que participaron miembros/as de otras organizaciones y comunidades, se avanzó en la redacción colectiva de un anteproyecto que finalmente, se presentó en el Concejo Municipal en octubre de 2014.
Dos concejales de distinto signo partidario hicieron suya la iniciativa, de manera que se convirtió en proyecto de ordenanza. Siguieron meses de reuniones con la Comisión Legislativa del órgano deliberante en las que explicamos sus alcances, pusimos el acento en su importancia y rebatimos objeciones de concejales que, si bien finalmente dieron su apoyo, nos parece que nunca entendieron qué implica que un municipio se reconozca intercultural. Las gestiones municipales que se alternaron desde diciembre de 2015 hasta hoy demostraron que tampoco.
En sus fundamentos, la Ordenanza 2641/2015 dice con claridad que “la ciudad de San Carlos de Bariloche se encuentra asentada sobre el territorio que habitan desde siempre el Pueblo Mapuche y demás pueblos originarios de la región, preexistiendo a cualquier tipo de organización estatal”. Añaden que “desde antes del 3 de mayo de 1902, estas tierras se encontraban habitadas por integrantes del Pueblo Mapuche y demás pueblos originarios de la región y los primeros colonos se asentaron en las tierras de las que fueran despojados los loncos Inacayal, Foyel y Saihueque, entre otros”.
Para que la norma a la que aspirábamos no quedara como simple ornamento, nos preocupamos por definir que, a los efectos del reconocimiento, “se entiende al concepto de interculturalidad, como herramienta de descolonización y transformación de un Estado monocultural y homogeneizante, hacia un Estado pluricultural, apuntando al ejercicio de los Derechos Humanos, Derechos Colectivos y de la Ñuke Mapu, involucrando a la sociedad entera”. No sabemos de otra expresión normativa que en la Argentina reconozca los derechos de la así llamada Madre Tierra, pero lejos de enorgullecerse por ese avance significativo, la clase política de Bariloche ignoró e ignora su vigencia.
Para el EAM y CP el artículo clave de la ordenanza es el segundo, que ordena: “La Municipalidad arbitrará los medios y recursos económicos necesarios a fin de que sus espacios administrativos y de intervención se adecuen a esta ordenanza, para implementar y fomentar políticas públicas interculturales, en base al respeto, a la cosmovisión, filosofía y conocimiento ancestral mapuche y el mapuzungun”.
Inclusive antes de la sanción de la norma, nuestra organización y el gobierno del entonces Frente para la Victoria veníamos avanzando en esa dirección con instancias de capacitación para el personal municipal. Llegamos a elaborar siete proyectos para implementar la interculturalidad en el ámbito estatal de Bariloche, pero al asumir Gustavo Gennuso en diciembre de 2015, nuestras contribuciones se cajonearon y nunca más se habló del tema, salvo a instancias de trabajadores municipales que impulsaron acciones más bien aisladas. En la actualidad, la gestión de Walter Cortés está más preocupada por sacarle lustre al monumento a Roca que por cumplir la Ordenanza 2641/2015, cuya existencia es muy probable que desconozca.
Diez años después de aquella jornada particularmente fría, a la vista del Wiñoy Tripantü, debemos reconocer nuestra ingenuidad: si el avance estatal sobre territorio mapuche implicó la vulneración de decenas de tratados que habían acordado los loncos con las autoridades argentinas, ¿por qué se iba a respetar una ordenanza municipal? Si la Constitución Nacional se reformó en 1994 y 31 años después, los gobiernos nacionales apenas si amagaron a reconocer “la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan” las comunidades indígenas con la ahora derogada Ley 26.160 y nunca se preocuparon por “regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano”, ¿qué queda para las administraciones barilochenses, más preocupadas el cortoplacismo de las temporadas turísticas que por transformaciones sociales?
Sin embargo, una década después consideramos que nuestros esfuerzos no fueron en vano. Hoy enarbolan la interculturalidad sectores mapuches que en aquella coyuntura no sólo no apoyaron la iniciativa, sino que la cuestionaron. Además, otras instituciones se declararon interculturales, seguramente como consecuencia de otros procesos de movilización. En resumidas cuentas y más allá de la ofensiva anti mapuche a la que asistimos desde 2017 hasta ahora mismo, creemos que vastos sectores de la sociedad barilochense, rionegrina y patagónica reivindican la interculturalidad como manera de interpelar la histórica relación de opresión que sufre el pueblo mapuche desde fines del siglo XIX hasta hoy.
Que no se cumplan las leyes que garantizan derechos no es un padecimiento exclusivo del pueblo mapuche. Sobran ejemplos al respecto con énfasis desde 2023 en adelante. Si hay una enseñanza al cumplirse 10 años de aquella sanción, es que por más de avanzada que sean las ordenanzas u otras normas, sólo la movilización las convertirá en práctica. Sabemos que transcurren tiempos adversos para todos los sectores populares y para los pueblos indígenas en particular, pero peor la pasaron taiñ futrakecheyem en los campos de concentración. Su inclaudicable dignidad es nuestra fortaleza.
Furiloche Mapu mew, Epe pukem antü
18 de junio de 2025 pi ta wingka
Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política
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En la memoria que elevó al Congreso al finalizar la primera etapa de su ofensiva contra el pueblo mapuche, el propio Roca contabilizó que las operaciones que había comandado dejaron como saldo “5 caciques soberanos prisioneros y uno muerto. 1.271 indios de lanza prisioneros. 1.313 indios de lanza muertos. 10.539 indios chusma prisioneros” y “1.049 indios reducidos”. El entonces ministro de Guerra se ufanó que la suma diera “por resultado la cantidad de 14.712 indios suprimidos de la Pampa” y él mismo admitió que la cifra no incluía “el número considerable de indios muertos en las persecuciones y a consecuencia del hambre en el seno mismo del desierto”.
Bariloche Municipio Intercultural: No es delito cumplir con la ley
El Intendente de Bariloche Gustavo Gennuso, hizo referencia sobre la ordenanza presentada al concejo municipal que instrumenta la norma de interculturalidad, la que esta misma institución aprobara en 2015. También aclaró, que esta presentación es la culminación de un proceso de varios años, en los que en forma sostenida, se trabajó colectivamente para cumplir con los mandatos institucionales: