Un documento difundido por Tomás Guevara, referente del PJ en Bariloche, cuestiona con dureza el modelo de desarrollo impulsado por el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, en sintonía con el presidente Javier Milei. Según el análisis, ambos dirigentes coinciden en una estrategia que reserva para la provincia un rol centrado en la explotación de recursos naturales, sin agregado de valor ni generación significativa de empleo. La crítica apunta especialmente a la adhesión al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), al que señalan como perjudicial para las arcas provinciales por limitar ingresos fiscales y debilitar la autonomía económica del Estado.
El comunicado también advierte sobre el avance de la minería metalífera en la provincia, sin garantías claras de control ambiental y con escasa proyección de empleo local. En paralelo, se denuncia la renegociación de concesiones petroleras con un enfoque cortoplacista, orientado más a obtener recursos inmediatos que a desarrollar un esquema productivo sustentable. La falta de políticas para sectores tradicionales como la fruticultura, la ganadería o el turismo, y el desfinanciamiento progresivo del Estado en salud, educación y seguridad completan el panorama descrito como de retroceso económico y social.
Finalmente, el texto plantea un desafío político al campo nacional y popular, al señalar que las fuerzas de oposición no han logrado articular una propuesta alternativa clara ante el modelo vigente. Se cuestiona tanto la pasividad como la eventual confluencia con Juntos Somos Río Negro (JSRN) en votaciones clave, y se insta a construir una estrategia distinta que permita ofrecer un rumbo de desarrollo inclusivo para los más de 750 mil habitantes de la provincia.
¿Cuál es el modelo de desarrollo para Río Negro del tándem Weretilneck - Milei?
Días pasados hacíamos un llamado a debatir un proyecto de desarrollo alternativo para Río Negro, señalando la falta de propuestas por parte de las diferentes fuerzas de la oposición. Antes de abocarnos a tratar de esbozar alternativas, conviene caracterizar cuál es el modelo de desarrollo del tándem Milei - Weretilneck, y que el resto de las fuerzas políticas no atina a discutir, cuando no apoya directamente con sus votos en la Legislatura Provincial.
Insistamos, el presidente y el gobernador pueden diferir en las formas -no es algo menor, en cualquier caso, en estos tiempos-, pero no en el contenido sobre qué lugar le reservan a Río Negro. Este modelo hoy hegemónico plantea para la provincia un lugar limitado a la explotación de recursos naturales para generar divisas, con una lógica extractiva, de enclave, sin encadenamientos productivos ni agregado de valor. Estamos hablando de hidrocarburos y minerales, dos sectores llamados a complementar al complejo agroexportador en la generación de divisas, vitales para sostener el dólar barato. Y a los grandes desarrollos inmobiliarios, en particular en la zona andina, vinculados a los centros de esquí y otros emprendimientos, algunos con presencia de capitales extranjeros, como forma de canalizar excedentes en dólares. Weretilneck comparte plenamente este modelo.
El RIGI fue el instrumento ideado para captar las grandes inversiones necesarias para hacerlo funcionar. Pero es un régimen leonino, no permite captar recursos vía tributación, no exige creación de empleo local ni transferencia de tecnología y tampoco garantiza que las divisas alimenten las reservas. Weretilneck adhirió tempranamente al RIGI. Pero, al hacerlo, renunció a recibir los recursos que necesita para financiar obras e infraestructura para el desarrollo de forma genuina. Por eso, el gobernador anda mendigando por estos días para lograr un acuerdo voluntario con las petroleras por las regalías del Oleoducto Vaca Muerta Sur. Primero se entregó dócilmente y ahora negocia a los ponchazos.
Asimismo, renegocia concesiones petroleras con la finalidad cortoplacista de darle gobernabilidad fiscal al que, esperemos, sea la última gestión de JSRN. La renegociación no puso en discusión cuestiones relevantes, como la cadena de proveedores, la articulación con el sector CyT o la inversión en I+D. El foco sólo estuvo puesto en “fondos frescos” para una gestión que destina más del 90% de sus recursos a gastos corrientes. Cuando vemos el destino que se le empieza a dar al bono petrolero, el cortoplacismo es evidente: regalías de recursos no renovables para financiar veredas o cordón cuneta. Más miope no se consigue.
En la misma línea, se orienta la búsqueda de nueva deuda externa. Un “Castellito”, más pequeño y con fondos de la CAF, que supla la falta de financiamiento de Nación. Recorte del que Weretilneck apenas hace mención en Viedma, pero nunca en Buenos Aires. Obras públicas que, no por ser necesarias, debemos dejar de señalar que es un despropósito financiarlas con deuda externa, ya que no tienen ningún tipo de complejidad tecnológica, como las redes de servicios que nutren el listado que dio a conocer el gobernador. Deuda externa que, además, ya hubo que refinanciar porque no se podía pagar y tampoco se puede pagar ahora, pero que buscan seguir aumentando, hipotecando nuestro futuro.
Contratos petroleros y deuda externa para sostener la gobernabilidad de corto plazo de su última aventura de poder. Igual que en su anterior ciclo de gobernador. Weretilneck ya parece repetirse a sí mismo, carente de ideas nuevas, y eso se traduce en una gestión desgastada, sin impulso y, sobre todo, en un liderazgo político en declive.
Un poco más novedoso resulta el impulso a la minería metalífera que finalmente va a arrancar en Río Negro, después de décadas de amagues. Como todo lo que hace JSRN, genera poca confianza en materia ambiental y en los controles que se pueda realizar, por lo que hay temores sobre el impacto ambiental. Por ello, Weretilneck ha blindado con reformas judiciales cualquier posibilidad de reclamo vía amparo ambiental, a través de leyes votadas por la mayor parte de una servil oposición. Y en materia fiscal, la minería como la entiende el tándem Milei - Weretilneck repercute apenas en migajas en materia de regalías, por el mencionado RIGI. ¿Generará trabajo para los rionegrinos, al menos? Poco, y en sectores poco calificados, básicamente en la fase de construcción de las minas y su infraestructura, pero casi nada en la fase de operación y en materia de proveedores con valor agregado.
Así, el modelo de desarrollo de Weretilneck se empalma perfectamente con la argentina de Milei: Estado bobo que cede riquezas ante el sector corporativo y se desfinancia porque rechaza cobrar los tributos correspondientes, destruye el trabajo argentino, a cambio de pocos puestos laborales de bajos ingresos y poca calificación.
Mientras tanto, se destruyen o languidecen los sectores económicos tradicionales y mucho mejor integrados a la economía y sociedad rionegrina. La fruticultura y la agroindustria asociada a ella muestran un declive persistente desde hace años, al igual que la ganadería ovina tradicional. La ganadería bovina que parecía estar en crecimiento en los últimos años se halla amenazada de muerte por la desregulación sanitaria. Y el turismo no tiene ningún lugar en la Argentina del dólar barato, la desregulación total y la importación de casi todo. Y otros sectores que podrían ser interesantes, como servicios tecnológicos, maderero-forestal, pesca, energía nuclear, prácticamente no tienen desarrollo ni impulso estratégico.
En ese marco, el Estado desfinanciado cada vez presta peores servicios en materia de educación, salud y seguridad, promoviendo la privatización de los que pueden privatizarse y un empobrecimiento y pérdida de calidad de vida de aquellos que no tienen ingresos como para recurrir al mercado. Esa es la verdadera grieta: entre los que están “condenados” a los malos servicios que presta el Estado y los que tienen ingresos suficientes para privatizarse. Ahí hay otra coincidencia entre Milei y Weretilneck: la degradación institucional, pese a que su discurso se muestre diferente, el resultado es el mismo.
El tándem Milei - Weretilneck apuestan como modelo de desarrollo a sectores productivos que no generan empleo en cantidad suficiente y desfinancian al Estado, mientras dejan languidecer los sectores más intensivos en mano de obra y con mucha mejor integración en la sociedad. Un modelo de desarrollo que claramente no contempla trabajo y progreso para los más de 750 mil rionegrinos, según el censo 2022.
Doble desafío para el campo nacional y popular: ¿cómo se les disputa electoralmente a dos fuerzas políticas que se presentan con discursos y partidos diferentes, pero que en definitiva promueven el mismo modelo de provincia y terminan votando siempre igual en el Congreso nacional? Ya vimos en tiempos de Macri que no alcanza con denunciar que son lo mismo. Menos adecuado aún parece hacer seguidismo de JSRN como propuso Doñate en la patética aventura del Gran Acuerdo Rionegrino. Y, entonces, ¿qué hacer?
Tomás Guevara - UB Tres Banderas Bariloche - PJ
¿No hay otro proyecto de desarrollo para Río Negro?
La política en los últimos años se ha vuelto un espectáculo decadente, sin ningún tipo de atracción para una porción creciente de la población. Hay muchos factores confluyendo para explicar esto: las nuevas tecnologías que nos encierran en nuestra burbuja algorítmica, la multiplicidad de estímulos, las promesas de bienestar y riqueza fácil al alcance de dos clics, etc.
Pero, en particular, me parece que la falta de una discusión real, que tenga conexión con lo que le pasa a la gente en su cotidianidad, es otro factor de peso. Los políticos profesionales se han vuelto holgazanes, entraron en la lógica del clicbait y sólo buscan destacarse de alguna manera que les permita construir una imagen propia, cual mercancía, para mantener su porción del mercado electoral. Tal vez sea el mundo en el que nos toca vivir, pero es necesario tratar de aportar algo de contenido a una noble actividad como la política.
En eso, hay que reconocerle a Milei que, de un modo espantoso y muchas veces con enorme deshonestidad intelectual, al menos llegó planteando y discutiendo ideas. No obstante, mientras más problemas aparecen en la gestión, más parece caer en la tentación del show del barro y el insulto. Cada vez más se parece a la que acertadamente denominó casta. Hizo algún aporte inicial al sacudir la modorra del sistema político y proponer una forma diferente de organizar a la sociedad. Un cóctel de liberalismo extremo para la economía, negación de la existencia del interés común y del Estado como instrumento para conseguirlo, y un conservadurismo ultramontano en cuestiones individuales y de valores. En términos geopolíticos esto se traduce en una inserción internacional para la Argentina completamente subordinada a la hegemonía del EEUU de Trump, donde el rol de nuestro país se limita a ser proveedor de materias primas (alimentos, energía y minerales). Es un plan horrible porque no genera empleo e ingresos dignos para los 46 millones de argentinos, pero es un plan.
¿Qué hay del otro lado? Además de criticar este plan y defender un supuesto pasado mejor con nostalgia. ¿Cuál es el proyecto alternativo? Creo que ese es el principal déficit de la oposición y uno de los principales activos del proyecto político libertario. Aunque se le complique la macroeconomía como estamos viendo por estos días, mientras siga esta orfandad de ideas en la oposición, creo que podría seguir cosechando buenos resultados electorales. Lo sostiene esa mitad de la sociedad que no la pasa tan mal con este modelo de (mal)desarrollo. Como ya se ha dicho muchas veces, su proyecto puede lograr estabilidad macroeconómica, pero nos lleva a un esquema a la peruana, con mucha pobreza, desigualdad y alta inestabilidad político- institucional ¿Qué destino tienen los que no logren insertarse en este modelo? ¿La migración, tal vez? Como sucede en otros modelos macroeconómicos latinoamericanos “estables” como el uruguayo o el paraguayo, con más del 10% de su población fuera del país (hoy Argentina tiene menos de 3% y es el principal receptor de migrantes de Latinoamérica en términos absolutos).
Lo mismo, de alguna manera, se replica en Río Negro. No existe discusión de proyecto de desarrollo para nuestra provincia. Como si todo estuviese dado “naturalmente” y lo único que nuestra provincia debe hacer es acomodarse a la inserción internacional propuesta por la Nación. En eso no hay diferencia sustancial entre lo que plantea buena parte de la oposición provincial (PRO, LLA, PRN, CC, UCR) y lo que plantea hace más de 13 años el oficialismo provincial de JSRN liderado por Weretilneck. El Gobernador busca diferenciarse en las maneras y las formas institucionales, pero en términos económicos, el modelo de desarrollo libertario de país es completamente compatible con lo que Weretilneck plantea para la provincia: inserción en el complejo vaca muerta como socio menor, desarrollo minero, turismo y grandes proyectos inmobiliarios para canalizar excedentes. Cualquier otro sector está condenado a languidecer, como la ganadería, la fruticultura, la pesca, o el sector maderero-forestal, o ni siquiera existir, como podrían ser los sectores industriales encadenados a alguno de los enclaves extractivos de recursos naturales. Así, la discusión en Río Negro es completamente chata, y a uno le costaría mucho plantear qué diferencia hay entre unas y otras de esas propuestas políticas más allá de lo meramente cosmético o la simpatía o antipatía que pueda generar tal o cual dirigente.
Por su parte, el campo nacional y popular, con el peronismo como principal fuerza, atraviesa una crisis y descomposición total. Tampoco tiene un proyecto para ofrecer a los rionegrinos.
Liderado en la superestructura por el senador Doñate desde la derrota de Soria en 2019, el peronismo se ha limitado a ser un comentarista de lo que sucede. Mera oposición testimonial, sin ideas ni propuestas de peso. Hoy es un archipiélago de tribus, cada vez más pequeñas, donde sólo un puñado gestiona su localidad -con Roca destacándose por su peso específico- y algunas más que tendrían alguna chance de ser gobierno si aparece un contexto muy favorable.
En este contexto, el único (pobre) intento de formulación de proyecto de provincia que hizo Doñate fue el desgraciado “Gran Acuerdo Rionegrino”: un montón de lugares comunes poco hilvanados para justificar resignadamente acompañar electoralmente a Weretilneck. A cambio de unos legisladores y lugares en el gabinete que no se concretaron. La falta de coraje del senador para probarse el saco de Gobernador y su mezquindad parecen haberle dado el golpe de muerte a un peronismo que desde 2011 no encuentra el rumbo y se fragmenta cada vez más.
Parecido a lo que planteó Kicillof, si el campo nacional y popular en Río Negro no tiene capacidad de componer “nuevas canciones” y ofrecer un proyecto de provincia alternativo con anclaje real en la vida del pueblo, uno bien podría preguntarse qué motivaría a un rionegrino a votarlo en lugar de votar un administrador mediocre, pero administrador al fin, como ha mostrado ser el provincialismo de JSRN, que surfea la ola que toque surfear con tal de mantenerse en el poder.
Un proyecto político para expresarse electoralmente, al menos, debería poder reunir estos elementos, sin orden de importancia: a. candidato; b. estrategia de comunicación política y campaña; c. programa y equipos técnicos; d. construcción política e ingeniería electoral. Llama la atención la falta de todos estos elementos hoy en el campo nacional y popular rionegrino. En particular, la falta de un proyecto de desarrollo para ofrecer a los rionegrinos que no se quieren conformar con este presente mediocre.