El gato huiña (Leopardus guigna) es el felino más pequeño de América y el segundo del mundo, pesa alrededor de 2 kilos y es una especie que tiene una distribución limitada en los bosques de la Norpatagonia, tanto en Argentina como en Chile. Esta especie está amenazada a nivel global y en ambos países por diversos factores según las categorizaciones realizadas.
El reciente estudio publicado en la revista Hystrix, en el cual participaron especialistas del CONICET, representa los primeros registros sistemáticos de un relevamiento con cámaras trampa a gran escala de esta especie poco conocida de este lado de la cordillera, que permite confirmar su presencia en el Parque Nacional Nahuel Huapi y recolectar información sobre su distribución y abundancia poblacional, que es baja comparada con lo que se observa en Chile. Estos resultados son relevantes para su protección y conservación. Cabe destacar que los felinos suelen cumplir un rol ecológico como depredadores y controladores de roedores según lo que indican los expertos; en esta zona de la patagonia habitan roedores colilargos que son fuentes potenciales de transmisión del hantavirus a los humanos.
Este proyecto es liderado por la investigadora del CONICET Ilaria Agostini quien forma parte del Departamento de Conservación y Educación Ambiental del Parque Nacional Nahuel Huapi, donde se desarrolla el Programa de Estudios Aplicados a la Conservación (CENAC) de esa área protegida.
“En Argentina, hubo registros esporádicos de la especie, la mayoría son colectados por Parques Nacionales, a veces son acompañados por registros fotográficos pero la mayoría de las veces no. Por eso es difícil corroborarlos, lo que hicimos a partir del estudio fue ubicar registros por primera vez en un muestreo a gran escala en esta región de bosques húmedos del norte de la Patagonia” señala Agostini y añade: “Hay otros registros de cámaras trampa de estudios anteriores en el Parque Nacional Los Alerces, sin embargo no fueron relevamientos sistemáticos y a gran escala”.
El foto trampeo se realizó en 80 estaciones de muestreo en un área de 590 km2 y los gatos huiña fueron detectados en 4 sitios en los bosques de lengas, coihues y de selva valdiviana con proximidad a caminos vehiculares o senderos. “Es una especie “fantasma” de nuestros bosques de la que no conocemos prácticamente nada. Entonces tener información en base a un muestreo sistemático nos permite saber cuan “fantasma” es o no. Es un proyecto de alto riesgo trabajar con especies tan poco conocidas”, expresa Sergio Lambertucci investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo), quien también forma parte de esta investigación.
En ese sentido, Agostini afirma que “para Argentina siempre se extrapolaron datos provenientes de estudios en Chile. Por primera vez, este trabajo aporta registros en un área determinada de cuántos sitios podrían estar ocupados por el gato huiña y pudimos obtener datos preliminares sobre la abundancia relativa de la especie en la mayor área protegida del norte de la Patagonia Argentina. Esto alimenta la evaluación del gato huiña a nivel global y para Argentina da un cuadro fehaciente de lo que está pasando con la especie”. La científica expone que una de las hipótesis en la que se ha avanzado y que podría explicar la baja abundancia del gato huiña en nuestro país es la presencia del gato montés de este lado de la cordillera, una especie muy similar y afín ecológicamente al gato huiña, podría haber una competencia entre ambas especies. A su vez, el gato huiña tiene interacciones y relaciones con otras especies de mamíferos, como los zorros colorados (especie nativa que prevalece en estos bosques), “sería interesante el estudio para comprender las relaciones ecológicas entre las especies de carnívoros: qué pasa por ejemplo si el huiña es escaso en algún área, cuál especie puede ocupar su lugar, depende mucho de las relaciones de competencia inter-específica”, opina Agostini.
Respecto a la categorización como especie amenazada, las evaluaciones que realizan los expertos consideran una serie de criterios que analizan el rango de distribución, el tamaño de la población y su tendencia. Para Argentina, la última categorización fue en el año 2019 y ahora se trabaja en una nueva impulsada por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM). A nivel global, actualmente también se está llevando a cabo una recategorización coordinada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en colaboración con el Guiña Working Group (Grupo de Trabajo Guiña) que está integrado por especialistas de Chile y Argentina. “Allí en Chile, principalmente las amenazas son la pérdida y fragmentación del hábitat, la caza por represalia porque los huiñas depredan los gallineros. También la depredación por perros, enfermedades transmitidas por gatos domésticos y atropellamiento”, detalla Agostini.
Esta investigación científica colabora en impulsar acciones con Chile dirigidas a mitigar algunas de esas posibles amenazas para la especie. Por ejemplo, en el contexto de un esfuerzo binacional se están implementando señaléticas viales por el atropellamiento donde se pone foco en el cuidado del gato huiña. Además, se trabaja en cooperación con guardaparques y técnicos del Parque Nacional Nahuel Huapi. Los datos del estudio están disponibles mediante informes técnicos para atenuar las posibles amenazas y evaluar el estado de conservación en general del ensamble de los mamíferos en esta zona protegida de Argentina.
Por último, Lambertucci sostiene que es muy difícil proteger las especies si no se conoce si están, dónde se ubican, su abundancia y su comportamiento, entre otras particularidades, “lo que suele suceder en países como el nuestro en donde no tenemos mucha información de base de historia natural para muchas especies, es que estas corren el riesgo de desaparecer antes de que sepamos algo sobre ellas. Además, ni siquiera se pueden hacer comparaciones, dependemos de las pocas poblaciones que quedan en otros lugares del mundo, si tenemos la suerte de que se conserven”.
De este artículo participaron también científicos y científicas del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA, CONICET-UNC), del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET-UNaM), del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche (IFAB, CONICET-INTA) y de la Dirección Regional Patagonia Norte de la Administración de Parques Nacionales.