“Aún luchamos por conocer el destino de los desaparecidos y recuperar la identidad”

“Aún luchamos por conocer el destino de los desaparecidos y recuperar la identidad”

En abril de 2017, cuando se aproximaba el 40° aniversario de la creación de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortñas, integrante del grupo inicial que conformó lo que luego sería la histórica entidad que desafió a la última dictadura militar con su reclamo de “aparición con vida”, le concedió a la agencia Télam una entrevista en la que repasó su historia de militancia por los derechos humanos, y su compromiso con la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Este jueves, con motivo del deceso de Nora, a los 94 años, y la lucha que llevan a cabo los trabajadores de Télam contra el intento de cierre que impulsa el Gobierno de Javier Milei, bien vale repasar sus palabras, que cobran una nueva vigencia en tiempos de las políticas de ajuste, recortes, despidos y despropósitos que aplica la administración libertaria sobre el conjunto de la sociedad.        

A continuación, se reproduce la totalidad de la entrevista que Norita le brindó a Télam. 

 “A 40 años de la formación de Madres, la lucha pasa hoy por conocer el destino de los desaparecidos. Por eso debemos pelear para que se abran todos los archivos y se aporte información que nos permita continuar haciendo Justicia. Además tenemos que lograr que los 400 chicos que nacieron en cautiverio conozcan sus identidades. Por esas cosas hay que dar la pelea”, señala Cortiñas en declaraciones a Télam.

Con 87 años, Nora luce una vitalidad admirable y una memoria intacta con la cual repasó los primeros años de la lucha de Madres durante una entrevista que le concedió a esta agencia en la sede de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), tras concluir un “Homenaje a 80 trabajadores de la imagen”.

Carlos Gustavo Cortiñas, el hijo de esta histórica referente de Madres, militaba en la izquierda peronista y desapareció el 15 de abril de 1977, quince días antes de la primera reunión de ese grupo de mujeres que comenzó a preguntar por sus hijos en la Plaza de Mayo.

“Al principio intentamos por la vía legal. Presentábamos recursos de hábeas corpus en los Tribunales. Allí, en ese ámbito, caminando por los pasillos de los juzgados nos empezamos a encontrar, a reconocernos por la angustia que se traslucía en nuestros rostros. Nos mirábamos y nos decíamos: \’¿Vos también buscás a tu hijos?\’”, recuerda.

Días después, familiares de desaparecidos empezaron a ir a la iglesia de Stella Maris, donde eran atendidos por monseñor (Emilio) Graselli, quien parecía “más interesado en recabar datos de las personas que preguntábamos” que en otorgar información.

Los inicios de las Madres

“Por iniciativa de Azucena (Villaflor), decidimos que nos teníamos que juntar en la Plaza de Mayo el 30 de abril. Ella tenía mucha inventiva, parecía estar siempre un paso más adelantado que todas nosotras. Su familia era de Avellaneda, donde había desarrollado mucha actividad política”, agrega.

Esa primera reunión se llevó a cabo un sábado a la tarde, y la presencia del grupo de madres pasó casi inadvertido en una Buenos Aires paralizada por el Terrorismo de Estado.

“Eramos un grupo de familiares bastante grande, pero la idea de ir a la Plaza surgió de las mujeres. Pensamos que no nos iban a tocar. Una semana después nos reunimos un viernes, pero como algunas creían que la \’r\’ era de mala suerte, elegimos un día que no tuviera esa letra, y empezamos a juntarnos los jueves a las 15”, evocó.

Cortiñas detalló que en un comienzo, las Madres se congregaban en frente al monumento a Belgrano, y más tarde empezaron a marchar en torno a la Pirámide de Mayo, cuando las autoridades policiales les dijeron que debían “circular” porque había estado de sitio.

“Había un familiar que nos acompañaba y que se dedicaba a contarnos, un jueves contó 100, otro 150 y otro más de 250. Era cuando empezábamos a juntar dinero para publicar una solicitada en el diario La Nación, algo que pudimos hacer en diciembre de 1977. Fue justo cuando (Alfredo) Astiz se infiltró entre nosotras para sacarnos información”, destaca.

El oficial naval que reportaba en el centro clandestino de detención de la ESMA se hizo pasar por el familiar de un desaparecido y se mezcló con familiares de desaparecidos que se reunían en la iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, con el propósito de recolectar fondos para publicar la que sería la primera solicitada de Madres.

Con su accionar, Astiz delató a Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce de Bianco -tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo-, a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, y a otros siete militantes por los derechos humanos.

“Todos terminaron secuestrados y desaparecidos, en la ESMA. Juntarnos ese primer jueves después de la desaparición de todos esos compañeros fue algo muy duro, pero vencimos el miedo y seguimos adelante”, apunta.

Nora contó que luego siguieron detenciones en comisarías, presiones de los policías y el surgimiento del pañuelo blanco como símbolo distintivo de las Madres, el día que decidieron hacerse visibles en una peregrinación a Luján.

“Eran los años en los que creíamos que nuestros hijos podían estar vivos. Venían los policías a la Plaza de Mayo a detenernos y nosotros decíamos que nos metieran en las mismas celdas en las que los tenían a ellos. Teníamos mucha ingenuidad, pero con el tiempo fuimos dándonos cuenta de que todo era mucho más duro de lo que creíamos. Saber de los vuelos de la muerte resultó muy duro”, recalca.

La democracia y la división de las Madres

Con la llegada de la democracia, las Madres tuvieron “alguna expectativa” con el gobierno de Raúl Alfonsín, e incluso Cortiñas le reconoce al líder radical la puesta en marcha del Juicio a las Juntas y el Trabajo de realizado por la Conadep, “en una época en el que los militares conservaban poder”. Pero considera que las leyes de punto final y obediencia debida constituyeron “dos grandes claudicaciones”.

“Con esas leyes, y los indultos de (Carlos) Menem, muchas Madres se decepcionaron y dejaron de luchar y se quedaron en sus casas. Otras seguimos en la lucha aunque ya no estuviéramos unidas como al principio.

Nora se refiere a la división que se produjo en enero de 1986, entre la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que encabezó Hebe de Bonafini y la Línea Fundadora, donde permaneció ella junto a Taty Almeida, entre otras.

“Nos separamos porque no estábamos de acuerdo con la metodología y el criterio. No estábamos de acuerdo con muchas cosas y entonces un grupo eligió volver a la línea fundadora. Fue algo que causó dolor y mucha tristeza”.

En ese sentido, Cortiñas considera que los organismos de derechos humanos deben conservar su “independencia” de los gobiernos, más allá de las preferencias políticas que tengan sus integrantes.

“El Gobierno anterior hizo muchas cosas buenas al impulsar los juicios de lesa humanidad, pero hubo mucho partidismo y se generaron divisiones y muchas heridas entre los organismos”, subraya.

Por último, Cortiñas puntualiza que el principal legado dejado por las Madres en estos años es “mantener viva la lucha” de sus hijos, “una generación que entregó todo en el camino de alcanzar la justicia social”. (SOMOSTELAM)

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