El peronismo vive uno de sus momentos más críticos desde la recuperación de la democracia, porque parece no encontrar el rumbo que le permita convertirse en una fuerza capaz de encabezar una resistencia política al proyecto de país impulsado por el gobierno de Javier Milei.
El justicialismo sufre la falta de nuevos liderazgos, capaces de convocar a la masividad de un ideario que proponga una Argentina distinta al sueño libertario de Estado mínimo y reducción de los derechos laborales.
A la falta de un camino trazado con objetivos claros y líderes convocantes, junto a la demorada puesta en marcha de la tan mentada reorganización, quedó evidenciada esta semana en el seno del kirchnerismo, con las disputas internas entre el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel KIcillof, y quien es el titular del PJ en ese distrito, el diputado nacional Máximo Kirchner.
En un contexto de una fuerte embestida del Gobierno nacional a diversos sectores, entre ellos los trabajadores y los jubilados que padecen una fuerte caída en el poder adquisitivo de sus salarios, el PJ nacional -que ya no lidera el ex presidente Alberto Fernández- no encuentra la.forma de coordinar una resistencia efectiva ante las avanzadas del oficialismo.
Mucho tiene que ver en ello la actitud negociadora que pretenden asumir varios gobernadores ante la falta de recursos que llegan en cuenta gota desde la administración central.
Axel versus Máximo
Los celos de antaño entre el hijo de Néstor Kirchner y el economista se transformaron en una rencilla que creció y se convirtió en un auténtico dolor de cabeza para la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El núcleo kirchnerista parece dividirse entre quienes se referencian en Máximo y los dirigentes con responsabilidad de gestión en la provincia de Buenos Aires, que sueñan con un Kicillof liderando al justicialismo en el orden nacional.
La voz cantante que ventiló en los medios de comunicación esta interna fue el mismo dirigente que la expresidenta eligió para dar a conocer las diferencia que tenía con el gobierno del entonces presidente Alberto Fernández. Se trata de Andrés ‘Cuervo’ Larroque, un otrora camporista de pura cepa.
“Milei señaló a Axel como el enemigo. En este momento, si hay un compañero que tiene esa capacidad, cualquier compañero o compañera de nuestro espacio que ose murmurar, conspirar y sembrar cuestionamientos extraños, en una joda rara está y no juega a favor del peronismo”, señaló el ministro de Desarrollo para la Comunidad de la provincia de Buenos Aires durante un acto que compartió esta semana con el mandatario provincial.
En esa misma línea se encuentra el intendente de Ensenada, Mario Secco, un kirchnerista de paladar negro que ahora despierta recelos entre las filas de La Cámpora, la agrupación que encabeza Máximo.
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Ahora, “El Cuervo” es hoy uno de los principales impulsores de un proyecto que propone a Kicillof como líder del peronismo y principal aspirante opositor a la Presidencia en 2027.
“Muchas veces, los que rodean a Cristina terminan haciendo pelotudeces”, apuntó el jefe comunal, Secco, en una clara alusión a los integrantes de La Cámpora.
Las palabras de Secco cobran una especial significación en este contexto. El intendente fue en 2023 el impulsor de la denominada “Mesa de Ensenada”, un espacio que aglutinaba a Axel y a Máximo con el objetivo de impulsar la candidatura presidencial de Cristina.
Otro incondicional kirchnerista que se alejó de las huestes de Máximo es el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quien se encuentra realizando reuniones permanentes con distintos espacios justicialistas que en su momento fueron descartados por el camporismo.
El jefe comunal de Esteban Echeverría, Fernando Gray, o los ex intendentes Juan Zabaleta (Hurlingham) o Raúl Othacehé (Merlo) son por estos días algunos de los interlocutores de Ferraresi en incipientes conversaciones sobre un nuevo armado que le dispute territorialidad a La Cámpora.
Así, en el peronismo bonaerense, los dirigentes que incluso respetan la trayectoria política y el liderazgo de Cristina comienzan a tomarse en serio aquella frase de que cada militante “asuma el bastón de mariscal” que la expresidenta pronunció durante la campaña electoral de 2023.
Sin embargo, hay otros dirigentes de mucho peso, como el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, que prefieren un perfil más bajo a la hora de presentar sus diferencias con La Cámpora y el cristinismo.
De esta forma, el panorama de la interna kirchnerista en el territorio bonaerense incluye al gobernador bonaerense, funcionarios provinciales, legisladores, intendentes, concejales y gremialistas.
Es una disputa que también influye a la hora de avanzar en el orden nacional porque, desde un principio se creyó que la provincia de Buenos Aires sería la nave insignia para combatir a la ultraderecha que actualmente gobierna el país.
Un dato que exhibe esta situación fue la decisión de Kicillof de reunir, a fines de noviembre del año pasado, a los mandatarios provinciales peronistas en la sede porteña del Banco Provincia, que se convirtió entonces en sede de un cónclave que habitualmente se realzia en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Por estos días, Kicillof se mide con Maximo en el frente interno y con las “zancadillas” que recibe por parte de un Gobierno nacional que le escamotea los fondos de la coparticipación.
El interrogante a despejar en esta coyuntura es cuál será el rol que finalmente jugará la expresidenta en medio de las disputas internas del justicialismo provincial y nacional. De momento, la única certeza es que el economista “jamás se enfrentará” con Cristina, según precisan desde su entorno.
Massa amaga con volver a ocupar el centro de la escena
A la interna bonaerense que se desarrolla en las filas del kirchnerismo, se le suma la cada vez más tensa relación que los gobernadores de Unión por la Patria (UxP) mantienen con el gobierno de Milei por cuestiones de caja.
Muchos de estos mandatarios se inclinan ahora por bajar el tono y cultivar posturas más negociadoras con el Ejecutivo nacional, en las tratativas que mantienen con el ministro de Interior, Guillermo Francos, que busca asegurar la aprobación en el Congreso del nuevo proyecto de Ley Bases.
El propio gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que al inicio de la gestión de Milei se mostró combativo, ha bajado la confrontación.
En este panorama, con Kicillof entre dos fuegos y el resto de los mandatarios abocados en la obtención de recursos por parte del Gobierno nacional, el peronismo parece no hallar el camino de una alternativa clara. Eso lleva a que varios dirigentes comiencen a mirar al exministro de Economía y excandidato presidencial de UxP, Sergio Massa, como un posible conductor.
Por ahora, Massa juega al “equilibrista”, como describen en las filas del Frente Renovador, el espacio que conduce el exintendente de Tigre, quien mantiene un “diálogo fluido” con los legisladores que integran esa fuerza política.
“Para un peronista, nada mejor que otro peronista”, escribió Massa en las últimas horas en el grupo de wasap del Frente Renovador, según confiaron a Somos Télam fuentes de su entorno. El extitular de la cartera de Economía pretende mantenerse equidistante en medio de las disputas internas.
El regreso de Massa al ruedo político estaba previsto, en principio, para marzo, cuando planeaba presentar un libro que repasaba su gestión en Economía durante el Gobierno de Alberto Fernández y los pormenores de las negociaciones que entabló con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero el impacto sufrido por los trabajadores ante las medidas tomadas por el gobierno de MIlei, demoraron los tiempos políticos de esta reaparición.
El tiempo de la CGT
Sin liderazgos claros, el peronismo parece encolumnarse detrás de la CGT, que se mostró en los primeros meses como una oposición clara y organizada ante las políticas económicas instrumentadas por la administración libertaria.
La central obrera ya realizó un paro general el pasado 24 de enero; logró en la justicia que se suspendan los artículos del DNU 70/2023 que modificaban legislaciones laborales y lanzó en las últimas semanas un plan de lucha contra un gobierno que produjo despidos masivos en el Estado y se niega a convalidar paritarias.
La CGT -que marchó a Plaza de Mayo el pasado 24 de marzo en el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia- volverá a hacerlo en la movilización de la comunidad universitaria que se realizará el próximo martes y convocará a una manifestación en el 1 de Mayo, con motivo de conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores. Medidas de acción directa que anticipan la realización del paro general del 9 de mayo.
El movimiento obrero organizado marcará así en las calles y en las luchas de sus trabajadores, un camino. El peronismo y las demás fuerzas deberán aprovecharlo para construir una alternativa ante el Gobierno de Milei, que vaya más allá de las catarsis que se multiplican en las redes sociales y los conceptos altisonantes que dirigentes como Guillermo Moreno reproducen en algunos medios de comunicación. (SOMOSTELAM)