La acuicultura sigue siendo una industria con un potencial enorme en nuestra provincia, especialmente si consideramos que el Golfo de San Matías tiene 17 mil km2, y una baja considerable en los niveles de capturas por parte de la flota pesquera. Como ha pasado en muchos países con tradición pesquera, la pesca fue mutando a la acuicultura, es decir pasar de la captura al cultivo, o bien un desarrollo complementario entre ambas industrias, es algo que debiera ocurrir en nuestro país, dados los recursos disponibles. Una actividad, que planteada del inicio, con prácticas sustentables puede generar más inversiones, puestos de trabajo y la reactivación de plantas de proceso para aumentar la exportación y generación de divisas.
Por Senadora Silvina García Larraburu
Para el despliegue de esta actividad fue elemental la sanción de un proyecto de mi autoría en 2015 que generó el marco legal acuícola. De esta manera, establecimos un régimen de fomento y desarrollo para el crecimiento del sector acuícola; la aplicación de estímulos para el aumento de la producción; incentivamos la investigación y capacitación en la materia; creamos el registro nacional y estipulamos las normas de calidad, salubridad y sustentabilidad de la actividad.
Fue un avance muy importante, porque logramos promover el desarrollo socioeconómico, cultural y profesional de los actores del sector con especial énfasis en las economías regionales y sentamos los preceptos de la coordinación entre las esferas nacionales, provinciales y municipales.
Esta semana tuve la oportunidad de participar de la celebración de las 10.000 toneladas de pescado cosechado por las empresas Idris Patagonia y Patagonia Farming. Recorrí sus instalaciones en Río Negro y Neuquén, y comprobamos que este importante hito se consiguió de la mano de una política de innovación constante y sostenibilidad. Además, estos emprendimientos generan empleo de calidad y son el sustento de 470 trabajadores y trabajadoras de manera directa y 150 de forma indirecta. Exportando el 100% de su producción a los mercados más exigentes, Japón, Estados Unidos, entre otros.
Es fundamental priorizar un modelo de país productivo, que genere valor y riqueza en origen, que potencie las economías regionales y sus comunidades, poniendo en valor los recursos que tenemos y a sus trabajadores.